lunes, 15 de julio de 2013

El Buscador

EL BUSCADOR     

 Esta es la historia de un hombre al que yo definiría  como un buscador....
un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien  que encuentra.
Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando,
es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día , el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. El había
aprendido a hacer caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar
desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo
lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha
del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso
y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores........De pronto,
sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un
momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar
lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar,
entre los árboles.

Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre una de las
piedras, aquella inscripción..... ABDUL TAREG, VIVIÓ 8 AÑOS, 6 MESES,  2 SEMANAS
Y 3 DÍAS.

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente
una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta
edad estaba enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor el hombre se dio
cuenta de que  la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó
a leerla, decía: YAMIR KALIB, 5 AÑOS, 8 MESES Y 3 SEMANAS. El buscador se sintió
terriblemente conmocionado, este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra,
una tumba.

Una por una empezó a leer  las lapidas. Todos tenían inscripciones similares:
un nombre y el tiempo de vida  exacto del muerto. Pero lo que le causo espanto,
fue comprobar que, el que más tiempo había vivido  sobrepasa apenas los 11 años.
Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un
rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar. -no, ningún
familiar- dijo el buscador, ¿ qué pasa con este pueblo? ¿qué cosa tan terrible hay
en esta ciudad? ¿ cuál es la maldición que pesa sobre esta gente, que los ha
obligado a construir un cementerio de niños?!!!!

El anciano se sonrió y dijo: Puede. usted serenarse, no hay maldición, lo que pasa
es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré.... Cuando un joven cumple quince
años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello.
Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta
intensamente de algo, abre su libreta y anota en ella: a la izquierda, qué fue lo
disfrutado.... a la  derecha, cuanto tiempo duró el gozo. Por ejemplo: conoció a
su novia... se enamoró... ¿ el embarazo? ¿y el casamiento de un amigo? ¿el viaje más
deseado? etc..... Así... vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos...
cada segundo.
      
Cuando alguien muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta, y sumar el tiempo de
lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque ESE ES, PARA NOSOTROS, EL
ÚNICO Y VERDADERO TIEMPO VIVIDO.