miércoles, 10 de julio de 2013

El Verdadero Valor de un Anillo

EL VERDADERO VALOR DE UN ANILLO


 Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo
 fuerzas para
 hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy
 torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me
 valoren más?

 El maestro sin mirarlo, le, dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no
 puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás
 después...-
 y haciendo una pausa agregó- si quisieras ayudarme tú a mi, yo podría
 resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda
 ayudar.

 -E...encantado, maestro- titubeó el joven, pero sintió que otra vez
 era
 desvalorizado, y sus necesidades postergadas.

 -Bien, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo
 pequeño y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está
 allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque
 tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma
 posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro.

 Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

 El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó empezó a ofrecer el
 anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el
 joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la
 moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un
 viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una
 moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En
 afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de
 cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda
 de oro y rechazó la oferta.

 Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el
 mercado- más de cien personas- y abatido por su fracaso, montó su caballo y
 regresó.

 Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro.
 Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su
 preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la
 habitación.

 -Maestro- dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste.
 Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo
 pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

 -Qué importante lo que dijiste, joven amigo- contestó sonriente el
 maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo.

 Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo?
 Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero
 no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

 El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del
 candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

 -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender YA, no puedo
 darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

 -58 MONEDAS!!!!!!!!!!!!!!!!! Exclamó el joven. Sí, replicó el joyero-
 yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no
 sé...si la venta es urgente..El joven corrió emocionado a la casa del
 maestro a contarle lo sucedido.

 -Siéntate- dijo el maestro después de escucharlo- Tú eres como este
 anillo:
 una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte
 verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera
 descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el
 dedo pequeño. Todos somos como esta joya, valiosos y únicos, y andamos por
 los mercados de la vida pretendiendo que gente inexperta nos valore.

 DEDICADO A TODOS LOS QUE SE ESFUERZAN DIA A DIA POR PULIR LA JOYA QUE
 SON Y DESCUBRIR SU VERDADERO VALOR...